miércoles, 20 de octubre de 2010

¿Hablar o conversar? La idea es relacionarnos

Hoy deseo compartir contigo un tema de mucho valor e importancia para cada ser humano. Se trata acerca de "El arte de conversar y relacionarnos".Al observar y compartir tantos comportamientos diferentes donde cada hay màs discordia, malos entendidos,timidez,soledad, falsas creencias, no tener trabajo(empleo) o tener el que no nos gusta, haver actividades que no van con nosotros, el preferir relacionarnos con las personas y solo hablar de muchos temas solo para evadir que nos conozcan, sentir y vivir en angustia ansiedad.

Enterarnos de cuànta corrupciòn exista en diferentes paises, gobiernos no tan buenos, discordias familiares, agresividad, el no saber què estudiar, ver las cosas buenas de los demàs, menospreciar lo nuestro, ponernos mascaras para tapar nuestra verdadera forma de ser, el no elegir la pareja indicada y miles de situaciones diversas que vivimos cada segundo en nuestras vidas. Eso me inspirò a escribirte este artìculo sobre algo tan natural, espontàneo y màgico que une o desune dependiendo de còmo lo hagamos y es simplemente la comunicaciòn. Por eso, te tomo de la mano para que juntos reflexionemos esto que es indispensable para nuestra vida en todos los sentidos. Ya que mientras màs hablamos menos nos comunicamos nos alejamos de poder lograr alcanzar nuestras metas y sueños.

Los seres humanos vivimos en el lenguaje como peces en el agua, muchas veces lo tomamos deportivamente y no somos conscientes de él. A través de la palabra pensamos, nos comunicamos, reflexionamos, nos expresamos, opinamos.


Es a través de las conversaciones que nos relacionamos con el otro, constituimos equipos, organizaciones, sociedades, proyectos. Según sea nuestra calidad de conversación con alguien es la calidad de relación que tenemos con esa persona (y viceversa).

Solo con nuestras conversaciones coordinamos acciones (comunicación significa, también, acción en común). Aprender a comunicarnos, a escuchar al otro, a diseñar conversaciones, es una competencia cada vez más necesaria, tanto a nivel personal como profesional y empresarial.

Las conversaciones que mantenemos determinan nuestras relaciones. Lo que hablamos y escuchamos, lo que nos decimos a nosotros mismos, determina el mundo de acciones que es posible para nosotros. Por ello el desarrollo de nuestras competencias conversacionales puede llevar a nuestra vida mayor efectividad y bienestar.

Generalmente se desconoce la importancia que tiene el hablar en nuestro desempeño laboral, y son apoderamos de nuestras falsas creencias al decimos frases como: “el problema es que la gente habla mucho y trabaja poco”, “si hablamos menos, vamos a trabajar más”, “hay que dejar de conversar y ponerse a trabajar”. Estas expresiones reflejan las creencias profundamente arraigadas de una sociedad cuya base productiva estuvo marcada por el trabajo manual y la generación de bienes tangibles. Si bien esa sociedad, tal cual la conocimos durante varios siglos, ha dejado de existir, todavía convivimos con los paradigmas que dan continuidad a su dinámica social.

En el mundo actual tendremos que generar nuevas teorías y concepciones que den cuenta de los diferentes desafíos que enfrentan las personas en los diversos ámbitos de su desempeño. En este sentido, la resignificación y revalorización de la comunicación y su vínculo con el accionar humano, es una de las claves que nos permite encarar cuestiones que van desde el desarrollo personal hasta la productividad del trabajo del conocimiento.


La comunicaciòn es Acciòn

Durante décadas se abordó el estudio y análisis de la comunicación desde el paradigma de la transmisión de la información. En paralelo y en coincidencia con esta concepción, convivió la visión que consideraba al lenguaje como un instrumento para describir el estado de las cosas, es decir, el lenguaje como el portador de la información.

Esta concepción supone que la realidad ya está ahí antes que el lenguaje, y lo que éste hace es simplemente describirla, “hablar de ella”. Por lo tanto, le atribuye al lenguaje un rol pasivo o descriptivo, como el encargado de darle vida a lo existente. Esta caracterización del lenguaje se complementa perfectamente con la teoría de la transmisión de la información, y dentro de este esquema conceptual el lenguaje pasó a ocupar la categoría del código que se utiliza para componer los mensajes.

Desde hace un tiempo comenzó a analizarse el hecho de que hemos estado atrapados en esta estrecha y restrictiva comprensión del lenguaje y la comunicación, que nos dificulta entender su naturaleza efectiva y que nos imposibilita comprender la importancia que tienen para los seres humanos. Se empieza a entender que el lenguaje es algo más que las palabras que se dicen, es más profundo e impactante que un medio que nos permite expresar, transmitir o comunicar lo que percibimos, pensamos o sentimos.

Además de su aspecto descriptivo, el lenguaje posee un profundo carácter generativo a partir del cual accionamos, coordinamos nuestras conductas y generamos nuevas realidades. A través de la palabra hacemos que ciertas cosas pasen y, por lo tanto, el lenguaje constituye una forma de intervenir en la construcción de nuestro mundo. Y es este carácter el que me induce a considerar a la comunicación como acción y no como una transmisión de información.

Cuando afirmo que accionamos a través del poder transformador de la palabra, me refiero a que cuando hablamos suceden cosas, y cuando callamos suceden otras. Cuando hablamos y decimos una cosa, sucede algo determinado, y cuando decimos otra, pasa algo distinto. La realidad no siempre precede al lenguaje, éste también antecede a la realidad. Hay cosas que no hubiesen sucedido si no hubiéramos hablado, si no hubiésemos establecido una conversación con otra persona. A través de nuestras conversaciones declaramos nuestro amor, contratamos un viaje, solicitamos un aumento de sueldo, le damos la bienvenida a alguien a nuestra casa o le solicitamos que se retire. Es por medio de nuestras conversaciones que realizamos gran parte de las acciones en nuestra vida.

La concepción tradicional nos ha dificultado advertir este carácter activo de la comunicación humana. Por ejemplo, no es lo mismo decirle a alguien “asistieron quince personas a la reunión”, donde estamos informando sobre algo sucedido, utilizando el carácter descriptivo del lenguaje, que decir “a partir de mañana te haces cargo de la gerencia de finanzas”. En estos casos, aunque pueda escucharse como una información, estamos realizando una acción a través del poder transformador de la palabra. Si efectivamente quien enuncia estas frases tiene el poder o la autoridad jerárquica para hacerlo, para bien o para mal, la situación de la otra persona habrá cambiado. Con esa acción comunicacional se ha generado una nueva realidad.

A través de nuestras conversaciones no sólo actuamos sino también interactuamos, establecemos conexiones, coordinamos acciones, construimos vínculos y acordamos compromisos. Todos los seres humanos interactuamos en redes conversacionales. Lo que nos es posible o dificultoso realizar depende en gran parte de la extensión y la calidad de nuestra red de vínculos. Por medio de nuestras conversaciones pedimos un empleo, ofrecemos nuestros servicios, prometemos asistir a una reunión, establecemos el compromiso de realizar un trabajo. Gran parte de las acciones fundamentales de la vida las realizamos a través de conversaciones que mantenemos con otras personas. Nuestras conversaciones determinan la calidad de nuestros vínculos, y por lo tanto comprometen nuestra efectividad.

También a través de nuestras conversaciones creamos nuevos sucesos y generamos futuros diferentes. Convocamos para un nuevo proyecto, elaboramos y transmitimos nuestra visión, proponemos nuevos objetivos, planteamos nuevas ideas, y todo esto lo hacemos conversando con otro. Nuestras conversaciones condicionan nuestro horizonte de posibilidades.

Y aún más, a través de nuestras conversaciones y nuestras narrativas creamos nuevos sentidos y modelamos la percepción de otras personas. Cuando planteamos una interpretación diferente o desarrollamos una nueva teoría, cuando contamos una historia, hacemos suposiciones a travès de metáforas (llegò la noche, caeremos en los brazos de morfeo), capacitamos a alguien, en todos los casos estamos utilizando el carácter transformador de la palabra para incidir en la forma de percibir la realidad.

A través de nuestras conversaciones explicitamos nuestros puntos de vista y la forma de observar el mundo que nos rodea. Elaboramos interpretaciones, generamos nuevas explicaciones e Influimos en las opiniones, decisiones y comportamientos de los demás. Muchas veces después de alguna conversación nuestra vida cambia, nuestro ser se transforma aunque sea imperceptiblemente. Al adquirir una nueva distinción o al realizar una diferente interpretación, hemos ampliado nuestra capacidad de acción y de transformación. Un ejemplo de esto son las conversaciones de coaching, que tienen como objetivo desarrollar las potencialidades de las personas, o las conversaciones terapéuticas destinadas a curar nuestras heridas emocionales.

Cuando observamos y recapacitamos sobre todo lo que hacemos a través del lenguaje, emerge con claridad el carácter transformador de la comunicación humana, ya que es a través de nuestras conversaciones que nos vamos constituyendo en el ser que somos. La palabra conversar viene del latín “conversare”, que significa “dar vuelta”, “hacer conversión”. A través de nuestras conversaciones nos convertimos en alguien distinto, vamos cambiando nuestros puntos de vista, realizamos aprendizajes, reflexionamos sobre nuestros problemas, se nos abren oportunidades de crecimiento, construimos nuestra imagen pública y todo esto lo hacemos en el lenguaje.

Si habitamos en el lenguaje, si aprendemos y nos transformamos a través de la palabra, si accionamos por medio de nuestras conversaciones y éstas no solamente condicionan nuestras posibilidades y determinan la efectividad de nuestro desempeño, sino que nos constituyen en el ser que somos, cabría preguntarse acerca de la competencia en nuestro conversar. Con cuánta destreza y eficacia hablamos y escuchamos.


Leemos pero no entendemos: Analfabetismo Funcional

El analfabetismo es un problema para cualquier país en desarrollo. El no saber leer ni escribir puede colocar en situación de minusvalía a las personas que no han aprendido estas habilidades básicas, a ellos se dedica gran cantidad de programas que busca insertarlos, de alguna manera, en el terreno de los alfabetizados. Este es un problema que detectamos, analizamos e incluso buscamos solucionar, pero mientras la cantidad de analfabetas disminuye, la cantidad de analfabetas funcionales aumenta considerablemente.

Los analfabetas funcionales no están en un determinado estrato social, no han carecido de educación ni están excluidos de las universidades. Analfabeta funcional puede ser cualquier persona que, a pesar de saber leer y escribir, presenta dificultades a la hora de comprender textos escritos. Sí, ese muchacho que acaba de ingresar a la universidad, esa joven secretaria que no ha terminado el bachillerato porque le da flojera y el ingeniero mecánico que no lee porque le da sueño, son analfabetas funcionales.

Algunas estadísticas indican que la mayoría de la población sólo puede comprender el 31% de los textos que lee, por lo tanto tiene dificultades para aprehender y relacionar lo leído con sus conocimientos previos. Lo mismo sucede a la hora de responder preguntas y emitir opinión acerca de lo que leen. Esto, aparentemente no es un problema porque somos fundamentalmente visuales y, a la hora de comunicarnos, preferimos la oralidad antes que la escritura, pero existen situaciones en las cuales el individuo es evaluado por lo que lee y escribe, ¿cuántas veces hemos escuchado de personas que son rechazadas en un empleo por no comprender adecuadamente alguna pregunta de la planilla de solicitud?, ¿cuántas veces nos hemos preguntado por el significado real del texto que estamos leyendo?.

¿Qué podemos hacer ante esta realidad?. Mucho se ha dicho acerca de la necesidad de incentivar e incrementar el hábito de la lectura entre los niños y jóvenes, es decir, de alguna manera todos estamos conscientes de que el analfabetismo funcional es una realidad cotidiana e intuitivamente sabemos que la lectura de diferentes tipos de texto puede contribuir a disminuir los índices del mismo. Reconocer esto es el primer paso para determinar hasta qué punto estamos dispuestos a mejorar nuestros problemas de comprensión. No se trata de ser restrictivo, ni de juzgar o etiquetar a las demás personas, se trata de reflexionar y actuar en pro de una disminución del analfabetismo funcional, se trata de empezar por nosotros. Sólo la persona que reconoce sus limitaciones es capaz de buscar soluciones, mejorar e incluso incidir en los que le rodean.

Pensamientos:
“Cambiemos nuestras conversaciones y crearemos un mundo distinto”Humberto Maturana
"La conversación es el proceso básico o esencial que desde siempre ha cohesionado a los seres humanos".(Peter Senge)

Escribe a:conductasexito@gmail.com
Blog: http://conductasexito.blogspot.com











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