martes, 27 de julio de 2010

¿Quieres cambiar?

En ocasiones me llamó la atención que muchas personas que conozco repiten ciclos de su historia una y otra vez. Seguramente si ustedes se hacen la misma pregunta conocerán casos similares: quien comienza un estudio que termina por no gustarle, lo abandona y pasado un tiempo inicia otro con el que vuelve a pasar lo mismo; aquella mujer que forma pareja con un hombre que resulta ser algo totalmente distinto a lo que esperaba y se separa porque las cosas no funcionan, pero luego de un tiempo vuelve a estar en pareja y se repite el mismo patrón.

Estos son sólo algunos ejemplos, sucede en lo profesional, con amistades, familiares y ahí es donde escuchamos la historia acompañada por la frase “¡qué mala suerte que tiene, siempre le pasa lo mismo!”.

Deberíamos comenzar por analizar si realmente estamos hablando de suerte. Personalmente creo que es muy triste pensar que las cosas suceden porque sí, por una cuestión aleatoria, por azar, por buena o mala suerte. Viéndolo desde este enfoque, entonces, estaríamos afirmando que no somos artífices de nuestro propio destino, no somos hacedores de nuestra vida…

¡precisamente todo lo contrario! Somos los únicos que tenemos en nuestro poder la varita mágica que nos permite hacer de nuestro destino lo que nosotros deseemos. ¿Que influyen factores externos a nosotros? ¡Obviamente! Aunque también en esos casos está en cada uno de nosotros la actitud que tengamos ante esos sucesos. Es más fácil para algunos creer que la vida transcurre y ellos son espectadores, que no tienen posibilidad de cambiar el curso sino aceptar lo que el destino les presenta.

Así como tenemos la posibilidad de ser exitosos, también podemos boicotearnos y lograr que nada de lo que emprendamos salga bien. En ocasiones tenemos creencias muy arraigadas que hacen que actuemos de una forma totalmente contraria a lo que creemos desear; que las mismas historias se repitan en una recurrencia cíclica. ¿Será porque nosotros mismos las buscamos? Si terminamos siempre siendo decepcionados por la misma clase de personas, ¿será porque inconscientemente nos acercamos adrede a ese tipo de gente?

Si ahondamos un poquito en el tema, nos sorprenderá descubrir cuántas cosas que nos pasan que no son del todo agradables las buscamos nosotros mismos.

Como se dice muchas veces, la vida es un lienzo en blanco y tenemos en nuestras manos la posibilidad de realizar la más bella obra de arte, sólo depende de nosotros tomar las riendas de nuestro destino.

La programación neurolingüística nos ofrece muchas herramientas que nos allanan el camino para comenzar hoy mismo con un cambio radical, viviendo a pleno ni más ni menos que logrando nuestras metas, siendo exitosos. Se trata solamente de una toma de conciencia, de aceptar el rol protagónico que nos ofrece nuestra vida y comenzar a actuar. De atreverse al cambio.

Algunos pasos a seguir

Nos cuesta gran esfuerzo el cambio, y muchas veces abandonamos antes de empezar. Los objetivos parecen gigantes, el trabajo muy pesado, y nuestra voluntad muy dèbil. Pero existe un secreto sobre pequeñas acciones, hábitos y una motivación, que nos ayuda a transformar conductas y empresas.

Comparto una anecdota contigo, en una oportunidad andaba caminando y vi a un niño con su madre.El niño estaba cantando y eso molestò a su madre quien le advertìa repetidamente deja ya de cantar.


De repente, la señora cansada de insistir,le grita:¡Callate!-y le da una cachetada. Ambos continuaron caminando pero en absoluto silencio.

El niño y su madre son dos aspectos de nuestro propio comportamiento. Somos el niño cuando repetimos rutinas que no generan valor. Somos su madre, porque nos decimos a cada instante “tengo que cambiar, mañana ordeno el escritorio, debo generar procesos, el lunes empiezo la dieta, quiero pasar más tiempo con mis hijos”.

Sin embargo, necesitamos el repulsivo golpe: una úlcera, la reacción desmedida, el ataque de estrés, pánico o ansiedad. De repente estás con la misma cara que el niño cuando recibió el manotazo en la cara. Y si no es demasiado tarde, cambias.

Al parecer, nuestro cerebro rechaza los grandes cambios y reacciona con temor, anulando cualquier motivación al movimiento. Sin embargo, si realizamos pequeñas pero constantes acciones en dirección a un objetivo, el cerebro se siente a gusto, y despertamos la motivación y la voluntad .

Por ejemplo: “Cada vez que envío un e-mail, me desespera no encontrar al contacto, pero tengo un rollo en la base de datos, que sólo pensar en ordenarla me da dolor de estòmago”. Empieza simple: ordena dos contactos por día. “¡Pero mi base es de tres mil!”. No importa. Esta ínfima acción, repetida cada día, generará el Gran Cambio.

Llegará un momento que:

– la acción de ordenar se habrá hecho un hábito,

– nos moveremos sin esfuerzo en la dirección correcta, y

– habremos desactivado la temible imagen de la gigante base de datos queriendo presentarnos el problema como muy grande.

Además, esa pequeña acción repetida evitará que cambiemos a la fuerza por un colapso nervioso una tarde ajetreada, en la que no llegamos a enviar tres presupuestos urgentes.

Pasa hoy tres minutos antes de la cena, ordena sólo los papeles de tu escritorio, ordena un poco el closet de tu curto,come un poco menos de tu cena sin esperar el comienzo de la dieta el lunes. Y mañana de nuevo, y pasado, otra vez. En pocas semanas verás que has encontrado una fórmula para transformar tu conducta, tu empresa y toda tu vida.

"Si crees que puedes o si crees que no puedes, estàs en lo cierto". Henry Ford

Escribe a: conductasexito@gmail.com.
Tu Blog: http://conductasexito.blogspot.com





No hay comentarios: