
El ser humano, sea éste un monje, forastero, comerciante, vendedor, un viajero, un niño o un viejo, no se enfrenta a otra misión que no sea la de escuchar, observar, sentir y participar de la vida. Es precisamente eso, un camino que forjamos sobre la base de emociones.
El mejor secreto para vivir despacio y al mismo tiempo obtener resultados concretos de la vida es vivirla de manera auténtica, siendo nosotros mismos y dando a conocer a los demás nuestra participación cotidiana en el mundo que habitamos. Simplemente lo importante es lograr proyectarnos claramente como personas, tener el ánimo necesario para vivir y la vocación por disfrutar de la vida.
Por culpa del apuro no nos detenemos a pensar sobre nosotros mismos, la gente va corriendo a todas partes y a menudo no tiene tiempo ni siquiera para plantearse a dónde va tan rápido. A veces no lo quieren, pero las circunstancias de lo que les rodea (el mundo laboral y sus exigencias, el esfuerzo que hay que llevar a cabo para conseguir los bienes que queremos tener, los obstáculos que nos alejan de la maximización de los recursos del tiempo, etc.) les lleva a esa actitud nerviosa propia de quien está acelerado.
El apuro desmedido lo va ocupando todo y no deja tiempo para concretar lo que realmente deseamos. Los tiempos hiperkinéticos que vivimos nos dejan muy poco tiempo para la reflexión de las cosas, la comunicación electrónica, la sobrecarga de información, la locura del tráfico, las colas, los mensajes de texto, las llamadas telefónicas, que si el twitter y las otras redes sociales,los problemas personales, los estudios, el trabajo, las compras, las cuentas por pagar y las cuentas ya pagadas y un largo etcétera de cosas que hacer en este mundo que nos ha tocado vivir.
El mejor secreto para vivir despacio y al mismo tiempo obtener resultados concretos de la vida es vivirla de manera auténtica, siendo nosotros mismos y dando a conocer a los demás nuestra participación cotidiana en el mundo que habitamos. Simplemente lo importante es lograr proyectarnos claramente como personas, tener el ánimo necesario para vivir y la vocación por disfrutar de la vida.
Por culpa del apuro no nos detenemos a pensar sobre nosotros mismos, la gente va corriendo a todas partes y a menudo no tiene tiempo ni siquiera para plantearse a dónde va tan rápido. A veces no lo quieren, pero las circunstancias de lo que les rodea (el mundo laboral y sus exigencias, el esfuerzo que hay que llevar a cabo para conseguir los bienes que queremos tener, los obstáculos que nos alejan de la maximización de los recursos del tiempo, etc.) les lleva a esa actitud nerviosa propia de quien está acelerado.
El apuro desmedido lo va ocupando todo y no deja tiempo para concretar lo que realmente deseamos. Los tiempos hiperkinéticos que vivimos nos dejan muy poco tiempo para la reflexión de las cosas, la comunicación electrónica, la sobrecarga de información, la locura del tráfico, las colas, los mensajes de texto, las llamadas telefónicas, que si el twitter y las otras redes sociales,los problemas personales, los estudios, el trabajo, las compras, las cuentas por pagar y las cuentas ya pagadas y un largo etcétera de cosas que hacer en este mundo que nos ha tocado vivir.


Vivir en la necesidad de la recompensa inmediata es hacerlo subordinado a esta misma recompensa, de modo que ese sujeto será esclavo de su propia necesidad de bienestar, estará dispuesto a cualquier servicio por conseguirlo, obedeciendo a quien tenga el poder de distribuir los placeres, vivirá una vida centrada en sí mismo como sujeto de disfrute, pero ciego ante el dolor o la necesidad ajena.
La vida del hombre acelerado es, en fin, una existencia egoísta, empequeñecida en sus posibilidades de crecer espiritualmente, amante del pan y circo, a la larga, solitaria y desesperada, porque la sombra del final de los placeres es una amenaza constante.
De esta forma, te sugiero que no te apures, no vivas la vida con tanta prisa, es mucho mejor vivir la vida con calma para disfrutarla lentamente, pero con intensidad. Descansa sobre el paso firme de tu constancia.
De esta forma, te sugiero que no te apures, no vivas la vida con tanta prisa, es mucho mejor vivir la vida con calma para disfrutarla lentamente, pero con intensidad. Descansa sobre el paso firme de tu constancia.
Pensamientos:
Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar.
Cada día es una pequeña vida.Cada momento es único.
El tiempo es como un circo; siempre está empacando y marchándose
Cada día es una pequeña vida.Cada momento es único.
El tiempo es como un circo; siempre está empacando y marchándose
Escribe a: conductasexito@gmail.com
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